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Se ha dicho hasta la exageración que Dwan era un buen artesano y poca cosa más (como si eso fuese poco). Miguel Marías, por contra, afirmaba que "por muy modesto que fuese, es uno de los verdaderos grandes". Estamos de acuerdo con él. Una película de Dwan será mejor o peor, pero casi nunca te aburre, y ésa ya es una virtud destacable.
Entre su vasta (increíble, casi diríamos) producción (407 filmes dirigidos, 40 producidos, 53 guiones e infinidad de otros trabajos dentro de la industria), desde 1911 hasta 1961 Dwan tocó todos los géneros (melodramas, aventuras, westerns, noirs, musicales...) y nos dejó buena prueba de su profesionalidad en todos ellos.
Descubridor de actrices como Carole Lombard, Ida Lupino y Natalie Wodd, fue el primero que incluyó en un reparto a Rita Hayworth. En los comienzos del sonoro creyó que aquella nueva técnica le traería dificultades: "[...] Solíamos ver mis películas sin sonido, para comprobar si seguíamos creando imágenes en movimiento", dijo, en una entrevista. Luego se afirmó en la industria con títulos como "Heidi", con Shirley Temple, y su carrera ya siguió como una seda hasta los sesenta.
Cuando murió, a los noventa y seis años, dejó un legado que no sólo por lo numeroso, sino por la calidad de muchas de sus obras, pocos podrán emular.
A principios de su carrera cinematográfica, Douglas Fairbanks interpretó "The good bad man" el quinto de sus doce largometrajes realizados para la Triangle Film y el segundo de las diez colaboraciones entre Fairbanks y el director Allan Dwan. Este título también se encuentra entre sus primeras películas que exploran temas e ideas que luego se repitieron a lo largo de su paso por el cine, como argumentos de identidad y una pasión por la historia del Oeste norteamericano. En "The good bad man", Fairbanks da vida al alegre proscrito "Passin' through", cuyos "asaltos" incluyen el robo de su billete de tren al conductor de la locomotora y el saqueo de comida en la tienda de la ciudad, para dársela a un huérfano que no conoció a su padre, algo que también le ocurre a él. En busca de esa citada identidad propia, Passin' recala en el campamento de unos bandidos y conoce a la dulce hija de un ranchero enfermo (Bessie Love). Tampoco tardará mucho en descubrir sus orígenes.
Con imágenes vibrantes, rodadas en escenarios naturales, Dwan se mueve como anillo al dedo en esta corta trama (a uno le parece que algo del metraje se ha perdido con el tiempo), donde el saltimbanqui Fairbanks está más simpático que nunca y salta también mejor que nunca a lomos de su caballo. El trasfondo misterioso de la historia hace a ésta más atractiva y Bessie Love nos ofrece su imagen más adorable, en los comienzos de su carrera. Una restauración para disfrutar y una bonita sorpresa la noticia de su rescate del olvido.
