Comentarios
Pues bien, si todavía no habéis entendido el significado de la frase "El hombre a quien le gustaría odiar", dirigida a Erich von Stroheim, aquí tendréis la respuesta. El más villano entre los villanos, en su papel de oficial prusiano, nos da todo un curso rápido de mezquindad llevada al límite, un curso que culmina con la famosa escena en que trata de violar a la protagonista y como hay un bebé cerca de ellos que le molesta con su llanto, lo agarra por un pie (o por los dos) y lo lanza por la ventana.
Al margen de estas cuestiones anecdóticas (menos para el bebé, por supuesto), la película sigue los trazos de tantas otras que reflejan la contienda mundial según los ojos de una madre amorosa, y el director, un oscuro Allen Holubar, no se priva de añadir, en el final, esa escena tan repetida de todos los hijos perdidos en la guerra, "reaparecidos" en torno a la mesa familiar por arte de encantamiento (Ford lo hizo como nadie en su "Cuatro hijos").
Y parecerá que no doy importancia al terrible papel que tuvieron los alemanes en ambas guerras (fueron un azote de la humanidad), pero eso de presentarlos siempre como los más repulsivos, hijos de su madre y faltos de piedad, sólo por compararlos con las gentes llenas de virtudes como son los norteamericanos, me parece, como poco, manipulador en extremo. Que se lo digan a Trump, que mata sus horas libres levantando muros interminables entre él y los mejicanos.
Eddie Constanti