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La historia había sido filmada antes en 1914 por Cecil B. DeMille como The Man From Home. Alfred Hitchcock fue acreditado como diseñador de títulos en la producción de 1922.
Revisión de una película de De Mille de 1914, ésta nos llega de la mano de George Fitzmaurice y la interpreta la muy venerada Anna Q. Nilsson. Es la historia de una chica norteamericana de provincias que hereda una gran suma tras la muerte de su padre y no se le ocurre nada mejor que correr hacia Italia, la "cuna" de la cultura universal, para encontrar a un genuino príncipe con quien casarse y adornar así su raquítico árbol genealógico con escudos y blasones. Ocurre, sin embargo, que el citado príncipe forma parte de una familia de rancios nobles que sólo utilizan sus prebendas para salir de la absoluta miseria en que están sumidos. Buena reflexión de Fitzmaurice sobre el afán de "cultura" que guía a cierta parte de la población estadounidense, ciega por entrar en una dinastía decimonónica sin darse cuenta de que, como mucho, están haciendo un espantoso ridículo. Aquí cabe destacar los intertítulos, frescos y ocurrentes, que nos permiten, primero, no tomarnos muy en serio la trama que se está desarrollando y, segundo, hacernos más llevadera una historia que, si se hubiese planteado por la vía dramática, habría conducido a un tostón insoportable. En algunos momentos, incluso, dichos intertítulos parecen redactados por la magnífica Anita Loos ("Los caballeros las prefieren rubias"). Las interpretaciones son excelentes, incluidos los secundarios, el sentido del humor prevalece sobre cualquier convención y el guión nos conduce a un final satisfactorio. Y Anna Q. Nilsson brilla con luz propia. ¿Qué más se puede pedir?
Eduard José Gasulla