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La primera película australiana fue rodada por un extranjero. En 1896, Marius Sestier llegó a la exótica Australia en representación de los hermanos Lumière para enseñar a los nativos cómo funcionaba ese invento revolucionario llamado “cinematógrafo”.
Hacia 1901 Australia dejaba de ser una colonia del Imperio Británico y conseguía su independencia, reconvirtiéndose en miembro de la Commonwealth. La nueva federación australiana adoptó el cinematógrafo como su gran nuevo medio de comunicación y durante el período 1906-1913 el cine australiano atravesó un auge inesperado, basado principalmente en la popularidad que habían alcanzado algunos subgéneros como las películas de bushrangers -bandidos y salteadores de caminos perseguidos por las autoridades en las primeras épocas de colonización británica, atracadores solitarios o en bandas que solían esconderse en el interior del país. The story of the Kelly gang (Charles Tait, 1906) fue la piedra angular del cine de ficción.
Mientras duró la Primera Guerra Mundial, el cine australiano se transformó en un aparato propagandístico y de reclutamiento, utilizando películas de género bélico como ¿Will they never come? (1915) y The hero of the Dardanalles (1915) -ambas dirigidas por Alfred Rolfe- para atraer a los jóvenes hacia los campos de batalla. Tras el regreso de las tropas australianas en 1916, el cine bélico “perdió la gracia” y fue reemplazado de forma acelerada por un cine de posguerra más popular y divertido, películas de puro género –westerns y comedias populistas- como The woman suffers (1918) -controversial y prohibida en algunas ciudades a causa de su tratamiento del sexo y The sentimental bloke (1919), ambas de Raymond Longford, eran lo más visto y celebrado por los espectadores australianos.
A fuer de ser sinceros, el silente australiano -muchas veces unido al de Nueva Zelanda-, era un espectáculo muy localista y simple, producido en claves muy propias del país, que se presentaba como las antipodas (nunca mejor dicho) de los gustos europeos, pongamos por caso. Contamos con mucho material australiano, pero aquí intervino la mayor dificultad para confeccionar un ciclo: en muchas películas se utiliza el slang propio de allí, una mezcla de inglés y vocablos "inventados", que nos han impedido traducirlas. Además, las copias australiano-neozelandesas escasean, no es una cinematografía que haya cuidado de sus ancestros silentes.
(Textos de Marcelo Acevedo y Eddie Constanti)
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Este largometraje australiano de 1918, dirigido por Raymond Longford, es uno de los tesoros supervivientes más importantes de una herencia cinematográfica silente que ahora está prácticamente extinta. La historia toma el concepto de justicia primitiva -ojo por ojo, diente por diente- y lo extiende a hermana por hermana.
"The Woman Suffers" fue prohibida en Nueva Gales del Sur. Esta copia es una reconstrucción de 1996 de la película, a la que aún le faltan escenas y sufre descomposición del nitrato, restaurada con el metraje que queda, así como fotografías y textos más detallados.