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Esta película se rodó durante la Primera Guerra Mundial y aunque Estados Unidos se mantuvo neutral durante gran parte de la contienda, una vez entró en ella el país pasó muy rápidamente de la indiferencia a un ferviente sentimiento antialemán. Debido a un asalto propagandístico total que incluyó a muchos de las mejores figuras de la industria cinematográfica (como Chaplin), los espías y malvados alemanes abundaban en las películas realizadas entre 1917 y 1918.
Ésta se trata de una de las películas a favor de la guerra de Larry Semon, quien interpreta a un tipo torpe que trabaja en un restaurante y, curiosamente, todos los que trabajan en el lugar, así como muchos de los clientes, son espías amantes de káiser. ¡No tengo ni idea de por qué tendrían su sede en un restaurante y en California! Al margen de eso, su objetivo es robar algunos planos de un viejo y su hija. Cuando Semon se entera, acude al rescate.
La película presenta algunos clichés archisabidos (como los tipos que se disparan salvajemente entre sí en el trasero), pero en comparación con la comedia promedio de esa época sigue siendo muy eficaz, incluso mejor que algunas de las de Chaplin y Arbuckle. Lo bueno de esto es el atletismo habitual de Semon. Al margen de Keaton, probablemente fue uno de los artistas más ágiles, como un acróbata de circo en el cine. También hay bastantes gags bien conseguidos, incluido un edificio que parece muy fácil de destrozar, cerca del final de la película. Sin embargo, no estoy de acuerdo con alguna crítica que afirma que esto era típico de Semon, ya que realmente creo que es bastante mejor (me encontré riéndome varias veces, algo que rara vez hago cuando veo sus películas). Por cierto, aunque no lo usan de manera efectiva (¿quién sabe?), Stan Laurel es uno de los malos. No hay nada particularmente inspirado o interesante en su actuación y, al verlo, es difícil decir que un genio de la comedia se escondía dentro de este sencillo actor sin pretensiones.
