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Una de las muchas películas de esa época en que se incidía en el tema de la trata de blancas, motivo de gran alarma social que alternaba ese temor con el de los supuestos abusos de los mormones, que captaban a mujeres para sumarlas a su causa. Dirigió el modesto panfletillo un August Blom llamado a mejores empresas y, de hecho, cabe reconocer que tampoco exageró demasiado la nota, dejando el relato en una sencilla cinta de intriga sin cargar las tintas en el trasfondo sombrío que envolvía esa lacra social.
Produjo la película la Nordisk, empresa señera en los primeros años de la cinematografía danesa; y en la nómina de actores no aparece ningún nombre destacable. Un mediometraje que nos sitúa en la onda de esas leyendas urbanas que han poblado el pensamiento general en cada época histórica. Aquí en España, por ejemplo, en los años cuarenta y cincuenta se decía que había "hombres malos" que raptaban a niños para extraerles la sangre y dársela a ricachones que necesitaban una transfusión. Algo así como los recaudadores de Hacienda, sin ir más lejos.
(Eddie Constanti)
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De August Blom ya conocemos algunos títulos. Fue uno de los directores daneses que anticiparon las futuras glorias de maestros como Dreyer. La película que hoy presentamos nos demuestra que problemas que hoy consideramos muy actuales, como la trata de blancas, ya castigaban al mundo en la primera década del siglo veinte. Una joven, deseosa de avanzar en la vida, encuentra un anuncio en el periódico que le promete un trabajo brillante y un futuro estable. Pronto descubrirá que ha caído presa de una organización dedicada a la captación de mujeres para ejercer como esclavas en cualquier parte del mundo. Con unas imágenes primtivas pero que ya contienen la semilla de la narrativa cinematográfica posterior, "La trata de esclavas" es apenas un mediometraje (33 minutos) llevado con ritmo sostenido y con todo el dramatismo que ofrece la historia. El padre de la joven no se resignará a perderla y recurrirá a las autoridades pertinentes, tomando él mismo la avanzadilla de las investigaciones, lo que confluirá en un final lleno de emoción. Curiosidad histórica, documentos como éste, de hace ciento diecisiete años, nos instruyen acerca de la arqueología del cine y nos demuestran que ya entonces existía la necesidad de adaptar este arte a la vida común de la población mundial.
