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En otro archivo Que Grande es el Cine, de José Luis Garci. Programa 278. Presentación y coloquio.
Fecha de emisión: 22-octubre-2001. Invitados: Juan Cobos, Juan Manuel de Prada y Juan Antonio Porto.
Premios
1956: Nominada al Oscar: Mejor guión.
1955: Círculo de Críticos de Nueva York: Mejor película extranjera.
1952: Cannes: Nominada al Gran Premio del Festival.
A muchos nos llega en la vida ese momento terrible en que sentimos que todas las puertas se han cerrado. Creemos que para nadie valemos y los acreedores nos acosan o nos miran como a unos deshonestos, pero, aunque ansiaríamos cancelar hasta el último peso, apenas nos alcanza para una comida muy escasa o para cubrir los costosos servicios. Ahora fastidiamos a quienes nos han ayudado y los demás parecen no enterarse de la crisis que padecemos. Los muchos esfuerzos que hacemos para conseguir un empleo digno, no encuentran eco, pero la familia piensa que somos negligentes y que deberíamos ponernos a hacer cualquier cosa. No les importa nuestra dignidad, lo que hemos construido, las expectativas que tenemos… creen que es muy fácil tirarlo por la borda. Todo esto nos carcome por dentro y comenzamos a sentir que las oportunidades no son para nosotros, que no valemos nada, e incluso, caemos en el error de compararnos con otros que, con menos esfuerzo (nos parece), nadan en la abundancia. Y así, nos decepcionamos de la vida, nos sentimos olvidados por Dios y pensamos que, sencillamente, ya no hay lugar para nosotros en este mundo. Y cuando estamos en este oscuro fondo, se vuelve fácil pensar en el hades, pues es el único que ahora nos muestra un camino. Algunos, los más creyentes, sólo deseamos que llegue a nosotros, y otros se animan a buscarlo llevados por la desesperación.
“HUMBERTO D.”, filme neorrealista por excelencia, dirigido con profunda sensibilidad por Vittorio de Sica, se ocupa de estas cosas que muchos hemos experimentado de una u otra manera. ¡Y qué fácil nos resulta ponernos en los zapatos de ese anciano que, en tiempos de la postguerra, padece el olvido del gobierno, y por su avanzada edad, ya pocas oportunidades le quedan en la vida! Sólo tiene dos alicientes: María, la generosa chica empleada del hospicio del cual está a punto de ser echado por su retraso en los pagos, y Fly, su maravilloso y ejemplar perro, que habrá de convertirse para él en lo que no logró ningún ser humano. ¡Son tan significativas las mascotas en los momentos de crisis!
Carlo Batisti, un actor natural como el resto del reparto, nos conmueve hasta las lágrimas con ese sentir que le sale del alma y que conserva una dignidad que se niega a ceder aún en los momentos de mayor desolación. La historia es profundamente sencilla, pero cada plano contiene una descripción de la soledad, la tristeza, la indiferencia y el abandono, ante lo cual es imposible permanecer indiferente.
Este es un filme altamente recomendable para reyes, emperadores, presidentes, gobernadores, empresarios… y para todos aquellos que tienen en exceso, pues, es muy posible que alguno de ellos se sienta motivado a empaparse un poco más de realidad, y quizás entonces, comience a trabajar por la justicia social que, desde hace cientos de años, siguen esperando los olvidados del mundo.
Este es el cine que se merece la gloria. Y es, lastimosamente, el que a muy pocos interesa.