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No tuvo mucha suerte Julia Crawford Ivers en su andadura personal. Hija de un dentista, su madre murió cuando ella tenía siete años y su hermana mayor, Grace, también falleció a los catorce. Años más tarde, su gran amigo y mentor, el director William Desmond Taylor, también falleció en extrañas circunstancias, tras un asunto poco esclarecido con Mabel Normand.
En la Famour Players Larsky, donde comenzó su periplo profesional dentro de la industria cinematográfica, le cupo la tarea de figurar como guionista, productora y chica para todo de la compañía, más o menos como las otras pioneras que hemos presentado aquí, Grace Cunard, Dorothy Davenport, la dinámica Helen Holmes, etcétera. Con Desmond Taylor realizaron más de veinte películas, de las cuales no hay constancia de que gran parte de aquel metraje no fuese obra de Julia.
Valiente y contestataria, pidió mil veces una oportunidad para brillar con luz propia dentro de la industria, pero siempre se le negó esa oportunidad. Aquí hemos encontrado tres muestras de su buen hacer, con títulos restaurados y rescatados del olvido por esas grandes industrias del audiovisual que tantas veces hemos denostados y que en tan pocas ocasiones debemos callarnos por su buena gestión. Vais a ver tres maravillas surgidas del olvido en copias de superlativa calidad, siempre con la vocación de que conozcáis mejor a nuestros ancestros del celuloide y que tengáis la ocasión de rendir culto a estas figuras que hoy, apenas, son un simple nombre en lugares en línea como son Wikipedia y que, sin embargo, tanto han contribuido a la gloria del cine en su historia.
Eddie Constanti
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En "Un hijo de Irlanda", protagonizada por Dustin Farnum, el héroe quiere plasmar enseguida su ambición: convertirse en un policía de Nueva York. Como buen irlandés que se considera y, por lo tanto, calificado para el puesto, no pierde tiempo en tratar de obtener su placa una vez que llega a la gran ciudad. La autora del guión de "Un hijo de Irlanda", la misma Julia Crawford Ivers, tenía como objetivo escribir una historia entretenida con toques familiares, y en este sentido supo escoger los personajes y escenarios adecuados para su historia.
La base de la trama tiene el éxito asegurado: Dennis O'Hara y Katie O'Grady son novios. Ambos son pobres y un propietario sin escrúpulos se suma a sus problemas. Al enterarse de que el destino manifiesto de cada muchacho irlandés es ir a Nueva York y convertirse en policía, Dennis acepta esa premisa y navega hacia Estados Unidos, después de que Katie haya hecho un gran sacrificio y pagado por ello. Tras una dura experiencia personal como prueba, el joven pasa su examen policial y está a punto prescindir de su novia cuando lo convierten en el chivo expiatorio de una trama criminal y se le priva de su uniforme. Pasa por experiencias más duras y finalmente se le acepta de nuevo en la fuerza y recibe la insignia de oro de capitán de la policía en su pecho. Mientras, Katie, que también ha tenido sus problemas con el sinvergüenza propietario de su casa, espera a Dennis para salvaguardar su hacienda y su honor.
Al redactar el guión, Julia Crawford tuvo la gran ventaja de disponer de Dustin Farnum como protagonista. Apuesto, siempre sonriente y buen actor, Farnum tenía tantas cualidades atractivas y encarnaba a sus personajes con tanta virilidad y sentido del humor, que mantenía la admiración de la platea a lo largo de las cinco o seis bobinas en que se desarrollaba la historia. Una historia que, aunque no alcanza el mérito superlativo, sí que es limpia, natural y, gracias a una vibrante trama,, siempre entretenida. La atmósfera de la tierra de San Patricio está bien conseguida y, aunque se utilizan escenarios de Los Ángeles para simular la ciudad de Nueva York, el guión no se ve afectado.
