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Emparedada entre el cine de corte naturalista –Pilar Guerra (1926)-, teatral –El abuelo (1925)-, taurino –Pepe-Hillo (1928)- e, incluso, histórico –Prim (1930)- que José Buchs practicó en esta etapa, Una extraña aventura de Luis Candelas parece no satisfacer siquiera a los pocos defensores de José Buchs. Y, sin embargo, estamos ante una muy sólida película de aventuras derivada del folletín decimonónico. Se trata de una peripecia apócrifa inserta en la azarosa vida del legendario ladrón madrileño Luis Candelas, de la que se reproduce, a modo de inserto en la trama principal, el robo cometido con su banda en un almacén de tejidos de la calle Postas. Todo lo demás entra ya en el terreno de una ficción deudora de los folletones de Ponson du Terrail.
Fernando de Montero (José Baviera) es asaltado en la plaza del Cordón por un grupo de facinerosos a sueldo de su tío, don Bernardo (Fernando Díaz de Mendoza). Viéndole malherido corre en su socorro Luis Candelas (Manuel Soriano), quien le lleva a su casa para que se recupere y promete ayudarle. Los documentos que podrían probar la noble cuna de Fernando han desaparecido y él está enamorado de la ingenua Margarita (Amelia Muñoz), pupila de don Bernardo. Pronto queda claro que es éste quien ha robado los documentos y pretende además casarse con Margarita para apoderarse de su crecida herencia. En tanto que la peripecia se complican más y más, un detective aficionado cobardón e inepto (José Montenegro) se empeña en la captura de Luis Candelas.
