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Otra sensible contribución de Perret a la contienda bélica del catorce, aquí con una romántica historia de fondo. Buena parte de la película está filmada en exteriores e incluso en el frente, lo que enriquece la producción. El acto heroico del final, protagonizado por Denise, tiene su enjundia: la joven salva la bandera del regimiento, pero la usa para envolver a su bebé con ella (pañal y exaltación a la patria, practicidad absoluta).
Con este recurso podemos comprobar de nuevo la destreza de Perret para contar historias, pero siempre con ese guiño irónico reservado para el espectador. A los abuelos de la trama, como era de esperar, se les ablanda el corazón al ver por primera vez a su nieto; y la transición entre la paz del pueblo y los combates en el frente está bien resuelta. Las escenas finales, con la madre cargando con su bebé en busca del marido, para que conozca a su hijo antes de morir, debieron humedecer los ojos a nuestros vecinos galos, que por entonces vivían los horrores de la guerra en sus propias carnes. Una bonita película, sin duda.
Eddie Constanti