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Otro de los grandes temas de preocupación de la primera década del siglo pasado, el apostolado de los mormones para captar a la fuerza a nuevas adeptas y convertirlas en integrantes de su secta, nos llega de nuevo de la mano de August Blom en esta película con resabios de panfleto. ¿Por qué tendría que preocuparse tanto por la cuestión de los mormones, tan alejados de Dinamarca, un realizador del norte de Europa? Nosotros no tenemos la respuesta.
En el reparto de la producción, con una copia bastante maltratada por el tiempo, encontramos al omnipresente Valdemar Psilander como gran maestro mormón encargado de conseguir a elementos femeninos capaces de parir a muchos mormoncitos que incrementen la nómina de machos sectarios que el día de mañana sean capaces de raptar a otras jóvenes para seguir con ese bucle sin fin. Y ya nos perdonaréis, pero el tema no da mucho más de sí que para tomárselo a broma.
(Eddie Constanti)
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Otro que se apuntó a la "moda" de lanzar sus dardos contra los mormones fue el danés August Blom, en una época (primera-segunda décadas del siglo veinte), en que el temor hacia esa religión y sobre todos a sus ministros se extendió especialmente por todo Estados Unidos.
Aquí el argumento no varía demasiado de otras películas presentadas en estos mismos canales, es decir, un galán ministro mormón seduce a una joven de la buena sociedad y la rapta llevándosela a Utah, donde se reunían estos señores. Como es lógico, su novio "formal", junto con su hermano, corren hacia ese Estado para liberar a la pobre muchacha, quien recibirá una ayuda inesperada por parte de otra de las esposas del citado galán.
Citemos ante todo que hay que tener en cuenta que la cinta se filmó en 1913 y eso se nota en cuanto a modestia en su producción y sus logros técnicos. Pero Blom no era un aprendiz y aquí apunta ya algunos detalles de su posterior obra, con títulos más que conocidos. Por otra parte "Víctima de los mormones" cuenta en su reparto con dos actores suficientemente acreditados, como son Valdemar Psilander ("Klovnen") y la exquisita Clara Wieth (hermana de Carlo Wieth). Dentro, pues, de su aspecto algo primario, la película se enriquece con una buena continuidad y una leve dosis de intriga hasta llegar a ese final feliz esperado. Se puede ver sin ninguna fatiga.
Eduard José Gasulla