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Versión restaurada 2015
Obra maestra de un periodista metido a director que no supo adaptarse a los nuevos tiempos, malgastando prácticamente el resto de su carrera entre Londres y Hollywood, pasando de producciones serie B a serie Z.
Sin embargo, con esta película logró lo que parecía imposible: escribir un capítulo en el cine de la República de Weimar que podríamos definir como post-expresionista, si me admitís el término. En mi opinión, la cámara se siente mucho más liberada a la hora de transmitir sensaciones y la imagen juega un papel mucho más relevante a la hora de contar la historia. Así, bajo las condiciones de un sencillo guión, a veces bastante insulso, Dupont, apoyado en la extraordinaria fotografía de Karl Freund y en la soberbia actuación del trío protagonista, es capaz de hacernos olvidar que estamos ante una película silente, pues a la razón del espectador no dejan de llegar multitud de sensaciones por unidad de tiempo, de tal virtuosa manera que la sugerencia supera con creces las palabras. Así que, querido espectador, si no te gusta el silente o no estás muy convencido, no se te ocurra ver esta película, pues en tal caso correrás un serio riesgo de adicción difícil de erradicar, ya que habrás caído, merced a esta obra maestra, en las garras de esa maravilla donde sobran las palabras y se ensalza la interpretación, la mímica, el gesto... que se llama Arte Silente.
Lya de Putti posee ya un discutible atractivo para los cánones actuales, pero el gran Emil Jannings sigue haciendo creer en su pasión por ella, en una de sus magistrales actuaciones como un temperamental acróbata.
Treinta y dos años tenía esta vamp húngara -que trabajó con Murnau, Lang y Griffith- cuando murió, por culpa de un hueso de pollo atragantado.
Con Karl Freund de operador no sorprende el marcado estilo expresionista, en las superposiciones de imágenes o angulaciones de una cámara ágil y vivaz, que ofrece magníficas tomas de las acrobacias y realismo en la ambientación de interiores, muchas veces lugares miserables, junto a una interesante progresión en secuencias que se alargan para provocar in crescendo dramático.
El cine mudo evolucionaba en la década de los veinte a pasos agigantadoa año tras año, y Varieté es una muestra de ambición técnica precursora de muchas cosas y mucho cine.