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En plena época de las películas sobre las maldades de los mormones, W. Christy Cabanne, habitual en los títulos de Douglas Fairbanks, nos ofrece esta variante del tema, con rusos que venden esposas a los americanos, en vez de mormones que las hipnotizan y se las llevan a su harén.
La encantadora Lillian Gish carga con acierto con su papel de jovencita rusa indefensa y trasteada por sus parientes. Era extraordinaria la breve pero efectiva gestualidad de esta gran actriz, que con un solo parpadeo o un leve movimiento de manos, es capaz de expresar toda la gama de angustias de la protagonista. La trama es bastante manida pero se deja ver por las excelencias del drama de trasfondo y por el citado recital de miss Gish. Hay que señalar, asimismo, que la copia que nos ha llegado está muy dañada, no tanto en la calidad de sus imágenes, sino en los cortes que sin duda existen a lo largo de la cinta.
Una curiosidad interesante, pues, que a buen seguro agradará a los amantes de estas pequeñas piezas del silente más primario.
Eduard José Gasulla