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A principios del siglo XX, en los albores del séptimo arte, esta película francesa se convirtió en la primera aproximación cinematográfica de entidad a la figura de Jesucristo. El entusiasmo con el que fue recibida por el público animó a sus productores, los hermanos Pathé, a aumentar su metraje y a colorear sus fotogramas, poniendo en marcha un laborioso trabajo de pigmentación, desarrollado manualmente con la ayuda de plantillas. De este modo, en años sucesivos se mejoraría y ampliaría la versión inicial, presentada en 1903. Pasaría de dieciocho escenas a treinta y dos, y de quince minutos a una duración, bastante superior, de cuarenta y cuatro, para su reestreno en 1907.
La cinta escenifica un buen número de pasajes de la vida de Cristo, inspirándose en pinturas de artistas como Gustave Doré. Comienza con la Anunciación y finaliza con la Ascensión, recreando entremedias capítulos como la huida a Egipto, el milagro de Caná o la Pasión. Tras la dirección de este título estuvieron Ferdinand Zecca y Lucien Nonguet, mientras que en el reparto solo está acreditada la presencia de madame Moreau y monsieur Moreau, en los papeles de María y José.
Mediante cámara estática y planos generales se filmó una representación de los hechos realmente sencilla, aún lejos del nivel expositivo que alcanzarían producciones del final de la época muda, como la estadounidense Rey de Reyes, de Cecil B. DeMille, o la obra maestra del cine galo La pasión de Juana de Arco, de Carl Theodor Dreyer.
Los hermanos Pathé dotaron a la propuesta de unos estimables recursos para el vestuario y la construcción de decorados, conformando un conjunto que gozó de una gran aceptación. Incluso fue utilizado, durante muchos años, por misioneros de Asia y África, que vieron en el film un medio muy didáctico para su evangelización.
