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La película no ha sobrevivido completa, pero las pequeñas lagunas se han subsanado con algún comentario explicativo y la narrativa no pierde el hilo en ningún momento. Fue la primera producción de La Cava para la Paramount y tal vez el principal problema del filme sea que tanto Richard Dix como Esther Ralston (¡maravillosa!), no son actores cómicos y eso lastima un poco el resultado final, aunque a mi modo de ver sus otros valores la redimen de este "pecadillo".
De hecho La Cava utiliza el mismo molde que el de las comedias sociales en las que Douglas Fairbanks tuvo tanto éxito, antes de cambiar su registro hacia los temas de espadachines. Incluso hay un pequeño gag al estilo "fairbanksiano" cuando Dix salta sobre el verde de la hierba. Los encuadres y la fotografía son magníficos y como muestra tenemos esa escena idílica en el parque, entre los dos protagonistas. Algo menos cuidado es el humor, un tanto racista, con indígenas como objeto de parodia.
Relato de costumbres, amable casi siempre y algo crítico otras veces, que nos llega como reflejo de una sociedad de los años veinte que realmente existió. Y Dix, a pesar de que la trama no es la más apropiada para él, nos demuestra lo que sabíamos: que era un actor de tomo y lomo.