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Mucho se ha hablado sobre las diferencias y cualidades entre esta primera versión y la de King Vidor, ya en el sonoro. Se discute sobre si la famosa escena final está más conseguida en una u otra, si el personaje de Stella es mejor que el anterior... Lo diré de un tirón: para mi gusto personal, subjetivo e intransferible, esta versión silente gana por puntos a la de Vidor. Por profundidad de los caracteres filmados, por potencialidad humana, por ligazón entre las escenas. Y si pasamos al aspecto puramente interpretativo, ¿hay quien niegue que al elegante, sobrio y excelente actor que fue Ronald Colman, nunca lo podía superar John Boles? Pero vayamos más allá; pienso que ni siquiera Barbara Stanwyck, una extraordinaria actriz, queda por encima de Belle Bennett si la comparamos en el papel principal. La Belle Bennett de la versión muda no sólo se viste y maquilla de forma estrafalaria, sino que compone su papel incluso en la forma de andar, en sus gestos, en sus miradas. ¡Qué superlativa creación!
Al margen de ese tipo de dimes y diretes, a estas alturas es muy posible que la gran mayoría de vosotros hayáis visto ya la película... o las dos. El drama descrito nos ofrece el retrato de una mujer que ansía prosperar por encima de la mediocridad que le rodea y que, cuando lo consigue, se deja llevar por la ceguera de su nuevo estatus, si bien sus raíces, su cultura, siguen siendo primarias. Se convierte en una advenediza. De ahí su choque con la "clase" que pretende imitar.
Figura patética, pero noble en su idiosincracia humana, nunca dejará de amar por encima de todo a su hija, un "bien" que ha logrado crear ella sola, sin las burlas de sus vecinos ricachones ni de su peripecia personal. Este aspecto, creo, la redime del resto de consideraciones que puedan despertar sus reacciones. Como colofón, la bellísima escena final de la boda es un punto y aparte para todos los personajes. Ah, y no nos olvidemos de Alice Joyce: interviene poco, pero nos encandila con su mirada.