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Edición íntegra. Restauración 2014.
Al día siguiente al armisticio, Abel Gance firma en 1919 su primera obra maestra. Pelicula testimonial de la Gran Guerra, monumental y conmovedora, filmada en parte en el frente, J'accuse saca a relucir el genio del futuro director de La Roue y de Napoléon.
A pesar del éxito internacional de esta obra visionaria celebrada por los más grandes, entre los cuales cabe destacar a Griffith y a Chaplin, y por encima de la escena inolvidable de los muertos levantándose del campo de batalla, J'accuse forma parte de la leyenda de las grandes películas "invisibles". Destruida, mutilada, nunca fue editada en video, ni mostrada en todo su esplendor durante casi un siglo.
Aquí está, por fin, en una nueva y milagrosa restauración que nos deja pasmados por su lirismo, fuerza y energía.
Escrita entre 1917 y 1918, esta película alcanzó desde su estreno un gran éxito internacional. La idea de utilizar un lema asociado a un artículo de Émile Zola durante el proceso ante el tribunal militar del capitán Dreyfus (1898) era, cuando menos, osado. Reflejo del sentimiento que Abel Gance tenía hacia la guerra, este título adquiere todo su significado en la desgarradora escena final que marcará la historia del cine. Una escena que igualmente ha contribuido a considerar esta película como una especie de mito.
J'accuse ha sido presentada como una película pacifista. El propio Gance así lo manifestó con interés en el contexto de los años veinte. Pero, al contrario de lo que se ha dicho, los muertos no traen un mensaje de paz, sino de acusación. Acusan a los civiles de haberse comportado mal durante la guerra: las mujeres infieles, los que se aprovechan de la guerra, los que no respetan a su familia. La acusación de Dios también es muy fuerte.
La película es muy compleja, máxime teniendo en cuenta que abarca diversas fases de la guerra, y que estas son tratadas de manera diferente.
Al principio predominan las referencias nacionalistas y paternalistas. Más adelante, vemos un Gance más moderno en la manera de representar el sufrimiento de los hombres frente a los horrores de la guerra. Y finalmente, veremos al Gance más progresista.
Realizado con gran despliegue de medios, esta película sumamente ambiciosa se inspira en las nuevas técnicas cinematográficas puestas a punto en América. Gance trata la escena de los muertos bajo el filtro del claroscuro, técnica hasta entonces desconocida en Francia. Su montaje es dinámico.
Gance dirigirá en 1937 una versión sonora, que será, en este caso, una película pacifista.
¿Qué más puedo deciros? Acaso que en cuanto empecé a ver esta producción sentí enseguida la necesidad de traducirla para todos vosotros y quien venga despues, pues es una de esas películas-clave que explican por qué el cine es como lo entendemos hoy en día. Es pura poesía fotograma a fotograma; versos que se erigen en lírica clamorosa del sufrimiento humano, cargados de símbolos, de figuras, de metáforas... aplastante y demoledora sin por ello perder en lo más mínimo su esencia reflexiva y espiritual. En mi opinión, una verdadera joya que nadie debería perderse en un ripeo muy decente y con unos subtítulos adecuados a la ocasión. Que la disfrutéis... o lo que vosotros veáis.
Arte silente en estado puro. Contundente. Autosuficiente. Odioso para muchos. Indiferente: acaso incomprendido, puesto en una balanza trucada donde el sonoro está en el otro platillo. Amado por unos cuantos... apasionadamente por unos pocos. Gesto, movimiento, expresión... no se necesita nada más.
¿Qué más necesitas para sentir? ¿De verdad echas en falta escuchar lo que dicen?
Imagen, imagen, imagen.