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Marion Davies es la princesa María de Borgoña. Le gusta ir al pueblo por su pasadizo secreto a la casa de su mejor amiga, donde puede ganar cerdos en concursos; su padre es Carlos el Temerario, interpretado por Lynn Harding. Él tiene otros planes para ella. Quiere invadir Suiza, por lo que se propone casarla con el delfín francés, principalmente para tener paz en esa frontera. Los problemas son dobles. Primero, Marion se opone a casarse con el ingenuo Carlos el Simple. En segundo lugar, ya se ha enamorado de incógnito de Ralph Graves, el duque de Estiria. ¿Qué debe hacer una chica cuando le ocurre esto?
Claramente, a Hearst le gustaron los resultados de "When Knighthood Was in Flower" y usó muchos de los mismos elementos: la misma Marion, el mismo tirano Harding, el mismo director, Robert Vignola y el mismo director de arte, Joseph Urban. Se dice que los decorados fueron los más grandes jamás construidos en la costa este. Los trajes son suntuosos. Las poses son clásicas. Y la señorita Davies se ve obligada a interpretar esto como un calvario hasta el final feliz. No hay un interludio alegre... que termina con la primera escena y, a partir de entonces, ella debe asaltar, enfurecer y sufrir. No hay una sensación real de ritmo, no hay altibajos internos. Lo más cerca que uno se encuentra es presenciar a Leon Erroll como un posadero haciendo su baile exclusivo. Luego el guion vuelve a ahogar a la señorita Davies en semillas de perlas. Como una revista, una serie de imágenes, la película es asombrosa. Los directores de fotografía Ira Morgan y George Barnes merecen elogios por su trabajo. Sin embargo, como historia, a la señorita Davies se la ve abrumada e incluso diríamos que aburrida.